El tiempo se detiene en la capital hondureña cuando suena la flauta de don Adán
by Saúl Carranza |
-“Represento a un personaje, la gente piensa que estoy loco, pero eso no me importa. Me dicen El flautista de Hamelín”, le dice don Adán Altamirano a ICN
Un día normal en Tegucigalpa. Son las 11 de la mañana y el sol cae a plomo. Mientras los ciudadanos recorren el Paseo Liquidámbar de Tegucigalpa, en un rincón se escuchan las hermosas melodías del flautista hondureño Adán Altamarino.
Los habitantes de la capital van de arriba abajo. Algunos caminan de prisa, otros van despacio. Un resistolero inhala esa sustancia que lo deja tranquilo y, a mi izquierda, pasa una señora con la piel bronceada por el sol que canta a todo pulmón: “Lleve aguacates a 20 pesitos”.
El tiempo se detiene cuando don Adán toca su flauta blanca y algunos citadinos prestan atención a cada nota del hombre de 67 años.
Sus mejores amigos
Nacido en Barrio La Guadalupe, Altamirado luce elegante. Lleva barba de profeta, sombrero gris, camisa azul, chaqueta roja, pantalones a cuadros y zapatos marrones similares a los de Crocodile Dundee.
Posee dos fieles compañeros: una flauta y una silla de ruedas que tiene dos altavoces rojo y azul. Ambos parlantes le sirven para escuchar sus notas melodiosas ya que tiene problemas de audición en el oído derecho.
“La flauta es mi mejor compañera y esta silla de ruedas la uso para poder trasladarme”, comienza diciendo Altamirano, mientras toma un sorbo de jalea para quitarse la sequedad de la garganta.
El flautista de Hamelín
Don Adán se ve cansado y se detiene, limpia su instrumento musical.
-¿Por qué tan elegante, don Adán?- le consulté.
“¡Ah!, es que es un plan que tengo, representó a un personaje, la gente piensa que estoy loco, pero eso no me importa. Me dicen El flautista de Hamelín”.
“Yo ya estoy viejo y ahora me conformo con lo que tengo en la mano y lo que tengo en la mano es mi flauta y mis juguetes de cartón”, explica Altamirano en tono fatigado.
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Recordó: “He tenido muchos obstáculos con la llegada del Covid-19. Los niños me visitaban para ver mis figuras o escuchar mis melodías. Antes me dedicaba a la venta de libros, pero el Covid me dejó en la calle”, explicó Altamirano, quien toca música desde los 18 años y fue estudiante de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Pero don Adán no solo sabe tocar la flauta, explica que tiene el arte de hacer figuras de cartón por 100 lempiras.
“Este es mi jardín, salgo de mi cuarto y me vengo a esta zona. Trato de ser tranquilo; mi vida ha sido triste, pero aquí estoy firme y sin perder la sonrisa”, termina diciendo don Adán y luego me da la mano.
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